domingo, 20 de mayo de 2012

El Luto (II)

Saito fue el primero en romper el duelo. Estando de rodillas, apoyó las manos creando un triángulo en el suelo y apoyó su frente en el pavimento frío de mármol. Ikari salió inmediatamente de su trance e hizo lo propio. Dieron tres palmadas y repitieron la reverencia. Saito se levantó más pesada mente todavía. Su cuerpo estaba rígido al haber permanecido inmóvil durante el resto de la noche. No sabían qué hora era. Ya no importaba la manera de medir el tiempo. A partir de ahora la hora se mediría en horas de luz u horas de oscuridad. Las horas de oscuridad eran peligrosas y debían evitarse pasarlas en la calle. Las horas de luz, eran ideales para poder explorar las calles en busca de alimentos, pero primero debían asegurarse de que podían salir del edificio de un manera segura.

Saito salió al balcón a inspeccionar las calles. La ventaja de vivir en un séptimo piso, era que gozaba de una vista panorámica de toda la avenida donde ellos vivían. El problema era que el acceso a la calle era más peligroso que vivir en un primer piso, pues podrían estar rezagados algunos de los seres que los perseguían la noche anterior en alguno de los pisos, dando por supuesto que aunque el ascensor funcionase, usarlo podría transformarse en un ataúd de metal.

La avenida parecía despejada. Los campamentos que los militares habían colocado allí estaban desiertos. Quizá se ocultase alguna bestia entre las caravanas, pero podía ser un suministro de medicamentos casi inagotable. Debía llegar allí antes de que otros lo vaciasen por completo. El problema era como salir de allí. Debido a la barricada improvisada que se alzaba entre el comedor y la puerta de salida de la casa, era imposible mirar siquiera por la mirilla para ver si aquellos seres se habían dispersado o todavía acechaban pacientemente. Lo apropiado sería esperar un día más. Pero aquellos medicamentos podían ser saqueados por alguna banda de supervivientes que veían el fin del mundo como una liberación del sistema al que estaban sometidos. Al menos eso es lo que pasa en las películas de zombis.

-Padre, he tenido una idea. Quizá sea un poco arriesgada, pero creo que podría sernos útil. –Dijo Ikari interrumpiendo los pensamientos de su padre.

-¿De qué se trata? –Preguntó intrigado. Algo le decía que su hijo había estado pensando lo mismo que él.

-Podemos acceder al piso que hay aquí al lado, desde el balcón. Así podríamos ver si sus propietarios están a salvo o necesitan ayuda y también podríamos mirar por la mirilla si la escalera está despejada.

-Y supongo que querrás ser tú el que cruce de balcón a balcón con siete pisos de altura bajo tus pies. –Dijo este. La idea parecía buena. Pero tampoco podía permitirse exponer a su hijo a una caída en picado.

-Por supuesto. Puedo hacerlo sin problemas papa. Y ganaríamos mucho. Si la casa está vacía tendríamos muchas más provisiones si se diera el caso de que no podemos salir en una temporada.

-¿Y qué pasa si cuando entres te esperan allí sus inquilinos infectados? -Preguntó. Quería calibrar los pros y los contras antes de ver su aprobación.

-Es un riesgo que puedo correr. Puedo mirar por el cristal antes de entrar.

-¿Acaso piensas que esas bestias son depredadores inútiles? ¿Y si mientras registras la casa te asalta alguno desde otra habitación? Está todo muy oscuro y el tiempo no ayuda.

-Bueno, pues entonces tendremos que entrar los dos, si no confías en el ser interno de tu hijo. –Contestó de mala gana Ikari. Empezaba a incomodarle que su padre fuese tan minucioso. Era de las pocas veces que se atrevía a rechistar a su padre y a este no parecía molestarle.
Saito aguardo unos instantes pensando. Ikari estaba perfectamente preparado para enfrentarse a más de uno de esos monstruos. Si había alguno en la casa no serían un inconveniente. Él lo sujetaría con una cuerda para asegurarse de que su hijo pasase al otro lado sin caerse. En caso de que resbalase y cállese al vacío, Saito lo tendría bien cogido a una cuerda para ayudarlo a volver a subir.

-Está bien, iniciaremos la operación de avanzadilla en cuanto comamos algo. No está bien luchar con el estómago vacío. –Dijo finalmente.

-Perfecto. No te defraudaré padre. –Dijo haciendo una reverencia como agradecimiento por haber sido reconocido.

-Voy a mirar que tenemos en la despensa. –Dijo Saito tras devolverle la reverencia a su hijo.

Puesto que todo funcionaba con electricidad, no pudieron prepararse ningún plato caliente. Tuvieron que conformarse con comer cereales para el desayuno y alguna galleta que quedaba. Saito reconoció que la idea de su hijo era buena, en el mismo instante en el que vio que toda la comida de la nevera, exceptuando un par de yogures, se había estropeado o se estropearía en un par de días a lo sumo. Debían consumir la leche y los alimentos que estuviesen apunto de ponerse en mal estado.  Los alimentos que disponía para pasar una alrga temporada eran un par de latas en conserva, y que sin fuego no se podían cocinar, y galletas o cereales. Estaban en una situación precaria y debía encontrar suministros cuanto antes.

-Bien, mientras comemos debemos ultimar los detalles de tu plan Ikari. ¿Qué sugieres? –Dijo Saito tratando de dar confianza a su hijo. Al fin y al cabo ahora no podían depender los dos de Saito. Debían colaborar como dos adultos.

-Saltaré y me agarraré a la barandilla. –Saito hizo una mueca de sorpresa. –Tranquilo, tú sujetaras la cuerda que llevaré atada a la cintura por si caigo. –Dijo para tranquilizar a su padre. –Después me aseguraré de que el comedor está despejado. En caso negativo, tú te ataras la cuerda y yo la sujetaré. De este modo podrás pasar tú también sin peligro. –Hizo una pausa para ver si su padre estaba de acuerdo en todos los puntos, y prosiguió. –En caso afirmativo, te haré una señal, me desabrocharé la cuerda y entraré al comedor. Registraré las habitaciones de modo que las que deje atrás ya estén registradas y con lo cual no tendré sorpresas. Cuando la casa haya sido totalmente registrada y vaciada, volveré al balcón y te informaré del estado de la casa. Entonces tú pasaras y buscaremos suministros, además de mirar por la mirilla para comprobar el estado de la escalera.

-De acuerdo. Pero ten mucho cuidado hijo mío. –No era el estilo de Saito mostrar sus emociones y mucho menos preocupación. Pero Ikari era lo único que le quedaba en el mundo. La preocupación era inevitable viniendo de un padre.

El desayuno termino rápido, pues no había mucho que comer. Padre e hijo dieron las gracias por la comida y se levantaron para poner a prueba el plan de Ikari.

Ikari se ató la katana a la espalda para que no cayese ni le restase libertad a sus movimientos. Después se ató bien fuerte una cuerda que encontró en la despensa a la cintura. Ambos salieron al balcón. Un brillo de determinación brotaba de sus ojos. Estaban completamente concentrados en la misión. No hicieron falta palabras. Todo estaba hablado. Se miraron un instante a los ojos padre e hijo y procedieron a iniciar la operación.

Ikari subió a la barandilla que quedaba más próxima al balcón de al lado y de un salto llegó hasta la barandilla del balcón siguiente, pero en el último instante tropezó y cayó. Su padre tiró fuerte mente de la cuerda, pero no hizo falta, pues Ikari ya estaba bien aferrado a la última barra de la barandilla. Padre e hizo resoplaron mientras Ikari con los músculos de su brazo en pura tensión trepaba hasta llegar al balcón, poniendo los pies en su superficie más tranquilo. Se asomó por la ventana pero todo estaba oscuro en el interior. Aunque no se apreciaba ningún movimiento ni ruido alguno.

Miró a su padre y le hizo la señal de que todo estaba despejado. Se quitó la cuerda de la cintura y abrió con cuidado la ventana corredera del balcón para hacer el menor ruido posible. En ese instante se escuchó un grito horrible de una mujer y una fuerte explosión parecido a uno de esos “Masclets” que tanto odiaba Saito. EL tiempo se dilató en los ojos del hombre. Ahora no era más que un espectador de una horrible pesadilla, mientras observaba como su hijo salía despedido en dirección contraria al interior de la casa, para finalmente estamparse en la pared baja del balcón.

La mente de Saito operaba tan deprisa que las imágenes transcurrían a cámara lenta. El corazón dejo de latir en su pecho cuando volvió a la realidad y observó a su hijo con la espalda apoyada en la pared y un gran charco de sangre que crecía y crecía sin que Saito pudiese hacer otra cosa que pensar que seguía soñando y que nada de lo que veía a su alrededor era real. Una parte de él esperaba inocentemente a que su hijo se levantase del suelo y le dijera que era una broma. Una broma de muy mal gusto. El mundo se detuvo y un nuevo grito rompió el silencio que se había apoderado de la realidad de Saito.

-¡¡IKARI!! – Eran los propios gritos de Saito, los que lo devolvieron nuevamente a la realidad. -¡No disparen, no disparen, no estamos infectados! ¡Por favor no le hagan daño!

Safe Creative
#1205021567832

3 comentarios:

  1. no me jodas k te as cargao al ikari.espero k ese tiro se lo hallan dao en el hombro o te saques un medico de la manga k lo cure.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Apartir de ahora te voy a llamar el hombre espoiler jajajajaja Me alegro de que te este gustando.

      Eliminar
  2. jaja yo solo hago un comentario jaja.Me gusta me gusta pero haber esos capitulos sin son un poco mas largos y mas frecuentes uno por dia estaria bien.

    ResponderEliminar