viernes, 4 de mayo de 2012

Prólogo (I)


            El despertador rompió el silencio de la habitación. Fernando buscaba a tientas en medio de la oscuridad el modo de desconectar ese ruido infernal, que le recordaba que un día monótono y aburrido comenzaba. Odiaba ese ruido. Lo primero que escuchaba al despertarse, era precisamente un resumen de lo que le esperaba cuando se levantara. Algo lineal y monótono, sin sentimientos, sin calor humano. No le preocupaba tener o no calor humano, pues él odiaba a todo el mundo. El mundo esta podrido. Pensó, mientras conseguía acallar ese maldito trasto.

            Se levantó con desgana. Miró el reloj de su muñeca: las 07:01 a.m. Como cada día.

            Esto es una mierda, ¿Por qué no llega el día en que no me vuelva a despertar? Se dijo a si mismo, mientras se rascaba la entrepierna y bostezaba.

            Fernando se acercó a la ventana para subir la persiana, pero la luz no entraría en ella hasta dentro de una hora. Todavía era de noche, aunque Fernando lo agradecía en cierto modo, porque era el unico momento que entraba algo de fresco. Para ser Noviembre dia 20, todavía hacia un calor horrible desde las once de la mañana, hasta las ocho de la tarde. Era algo que no podía soportar.

            Decidió ir al baño para mear, con el unico compañero que el ruido de sus sandalias al rozar con el suelo. Cuando terminó de evacuar, se miró al espejo y esbozó una cara de pocos amigos, al hombre que lo miraba desde aquella extraña ventana que lo refleja todo. Acto seguido, fue directo a la cocina y abrió la nevera. Estaba todo tan oscuro que incluso la luz que salía del interior del electrodoméstico le deslumbró. Cogió una lata de cerveza y se fue directo al salón a encender la tele y ver las noticias.

            Pero… un momento. ¿Dónde había dejado el tabaco de las narices? Buscó en la encimera, pero estaba todo tan oscuro que así no lo encontraría nunca. Tocó el interruptor de la luz y… FUM! Fernando se quedó ciego unos segundos. Demasiada luz. Pero ¡ah, ahí estaba!

            -Menos mal. Una cerveza a las siete de la mañana no vale nada sin un cigarro. -Dijo en voz alta.

            Cuando ya estaba bien asentado en el salón de su casa, encendió la tele para ver la misma porquería de siempre en las noticias. Fernando aborrecía las noticias. Sobre todo esos modales tan perfectos, ese aire de superioridad y de clase con que gesticulaban los presentadores de televisión ¿hacía falta tal teatralidad para decir que el mundo sigue plagado de desgracias? ¿Hace falta fingir un aire de seriedad y dramatismo para decir que en Africa, siguen muriendo de hambre miles de niños en pleno siglo veintiuno?

            El mundo merece un escarmiento. Pensaba Fernando. Las emociones ya no existen en la tele. Todo se finge porque “es así como debe ser”.

            Por no hablar de que sacan las imágenes y la información que les da a ellos la gana. Continuó pensando. Normalmente todo son desgracias, seguramente para hacernos sentir que somos menos desgraciados y asi poder controlarnos con total normalidad. Es un secreto a voces que cada cadena de televisión está a favor de un partido político. Y ni que decir tiene que elijas el que elijas, el país sigue estando igual de jodido. Fernando aborrecía muchas cosas, pero sobre todo la falsedad. No había nada que le tocase más las pelotas que la falsedad en todo lo que le rodeaba. Por ejemplo, tener que ir a comprar en pleno mes de Noviembre en manga corta y encontrarte con que en el supermercado ya han puesto adornos de navidad y turrones. ¡Pero señora que está sudando como una cerda, ¿Qué coño hace comprando turrones?!

            El mundo merece un escarmiento. Volvió a repetirse a si mismo. Ni siquiera estaba atendiendo a las noticias, ni a lo que decía ese pintamonas de presentador. Ya no aguantaba más este mundo, lo cierto es que si no se había quitado la vida ya, era porque tenía la esperanza de que alguna guerra, algun cataclismo o algo por el estilo estaba a punto de llegar para limpiar el mundo. Y él no quería perderse eso por nada del mundo. No señor, aguantaría esta vida de mierda, solo para poder ver con sus propios ojos “el castigo divino.”

            Y así continuó pensando y maldiciendo Fernando, mientras los minutos pasaban a una velocidad de vértigo.

            Fernando, a pesar de estar amargado, era un hombre atractivo. De rasgos masculinos y pómulos bien definidos. Tenía el pelo negro y corto al estilo cepillo y a pesar de su mala alimentación, no padecía de sobrepeso. Con la barba de unos dias incluso alguna chica diría que es un madurito interesante.

            Pero el no tenía ni tiempo ni ganas para buscar una mujer en su vida. Las mujeres son un lastre. Pensaba él cada vez que veía alguna pelicula porno. Es de esos que piensan, que la mujer perfecta es aquella que no habla, tiene un buen par de melones y está desnuda en tu cama esperando a que necesites usarla. Un tipo algo complicado. Demasiado como para intentar congeniar con una hembra. Fernando se conoce bien a si mismo y sabe que, a pesar de su fisico, su carácter no está hecho para formar una familia. Ni siquiera para conocer a una chica una noche. Sin duda era un tipo complicado. Incluso a veces lo era para el mismo. Odiaba la vida que tenia, pero no hacía nada para remediarlo. Y no tenía intención de hacer nada al respecto.

            Decidió ir a la sala del ordenador y ponerse a trabajar. Fernando era escritor. Había publicado un par de novelas que le tenían la vida resuelta. Ahora estaba trabajando en otra. Y despues, trabajaría en otra. Tenía un contrato con una editorial y era algo horrible. Hasta escribir, que era su mayor pasión, habían conseguido que lo aborreciera. Todo era falso. Ya no podía sentarse y escribir lo que le saliera del corazón. Tenía que seguir escribiendo para cuatro adolescentes inmaduras que solo querian leer más de lo mismo. Si a Fernando se le ocurriera escribir lo que pensaba realmente, la editorial no lo aceptaría y comenzarian a descuartizar su obra poco a poco. A cambiarla de pies a cabeza para que “se venda bien”.

            Todo era un asco. ¡Hasta el salvapantallas de su ordenador era un asco! Hoy tenía que escribir 3 capitulos enteros de la nueva novela. ¡Y no le apetecía nada! Pero era lo que tenía que hacer. Dejarse exprimir hasta que su talento, se convirtiera en un estigma inborrable.

            De pronto escuchó que el presentador de la tele dejaba atrás las formas y los modales. La voz de aquel hombre parecía bastante alterada para llevar un traje de dos mil euros.

            “… Es como si hubieran salido de la nada. Hemos enviado a uno reportero hacia el lugar de los hechos pero tardarán unos minutos en confirmarnos la noticia, y proporcionarnos imágenes de lo sucedido.”

-Seguro que es la Duquesa de Alba que se ha vuelto a tintar el pelo. ¡Bah no te hagas el interesante! –Le contestó al televisor, como si pudiese hablar con el hombre que aparece detrás de la pantalla.

            Se escuchó un ruido de gente gritando, como si fuera la cola para un concierto o las gradas de un partido de fulbol. Maldita sea -Pensó Fernando- Ya han atraido mi atención.

            -Al final terminaré siendo una maruja con permanente y todo. -Se reprochó a si mismo.

            “-…Sí, parece que no se sabe muy bien de donde han salido tantos ratones. Algunos dicen que han surgido directamente de los conductos de aguas fecales. Ahora mismo podemos ver como… ¡oh dios mio tsss TSsss!

            -Bien, parece que tenemos problemas con la conexión, les ruego me disculpen. Al parecer una manada de ratones está, literalmente barriendo las calles de Madrid. Y nuestras fuentes nos informan de que está sucediendo lo mismo en Galicia, Andalucía, Euskadi, Cantabria, Cataluña y Valencia. Los servicios de rescate no pueden hacer nada dado que…”

            -¿Valencia? ¡No jodas! Esto si que es la polla. Pero si aquí no hay ni una sola rata. Voy a mirar por el balcón ¿Estás contento? Ya has conseguido que interrumpa mi trabajo de mierda –Para Fernando era perfecto, pues hacia años que no pasaba algo que de verdad lo emocionase. Era la primera vez que una noticia lo hacia correr por todo lo largo del pasillo hasta salir al balcón.

            Miró hacia abajo y contemplo con un dulce regocijo la escena mientras esbozaba una sonrisa.

            Una maraña interminable de ratas estaba arrastrando a una mujer mayor y a su carro de la compra calle arriba. Era como una inundación pero en lugar de agua solo se veian pelos. La avenida entera estaba plagada de aquellos roedores. El sonido era cada vez más ensordecedor. Había tantas ratas que el suelo retumbaba. Los gritos de la gente que estaba siendo mordida por aquellos ratones se ahogaban con los gemidos de estos. La gente que estaba dentro de los coches, no tenía tiempo ni de cerrar las ventanillas, las ratas entraban dentro de los habitaculos y obligaban a sus pasajeros a abandonar el vehiculo por donde buenamente podian, para luego ser engullidos por aquella masa de pelos interminable. Las plantas bajas eran invadidas inmediatamente por miles de ratas. Y los vecinos que vivian en el primer piso de sus edificios y que habian dejado las ventanas abiertas para que entrara el fresco de la mañana, recogian como recompensa cientos y cientos de ratas.

            Era un espectaculo increible. Pensaba Fernando. ¿Era posible que el día más esperado de su vida hubiese llegado? Fernando no estaba seguro del todo. Al parecer las ratas solo causaban heridas leves en sus victimas. Algun que otro mordisco y luego continuaban corriendo. ¿Hacia donde corrian? ¿Por qué huian todas despavoridas? Si huian asi de algo, seguramente sería del fin del mundo.

            -¡Por fiiin, ahora recibiréis vuestro merecido hijos de la grandísima! –Vociferó loco de euforia, alzando los brazos al cielo. -Joder esto es como en la biblia, ¡Me encantaaaa! –Era la primera vez en muchos años que Fernando sentía una euforia parecida. Ni siquiera recordaba lo que era emocionarse por algo.

            Ahora los coches ni siquiera se veían, eran engullidos por las ratas, que cada vez eran más y más. Un hombre salió de su establecimiento con una escoba para tratar de ahuyentar a las ratas. En el preciso instante en el que apoyó un pie en la calle, desapareció sin dejar rastro.

            Ahora Fernando lo tenía muy claro. Era el fin del mundo. Si las ratas no acababan con todos, lo haría aquello de lo que huían. Era el momento por el que había estado esperando tantos años. Cada día había soñado con lo que iba a hacer si se produjera el día señalado. De modo que debía actuar con rapidez. Antes de que Dios lo juzgase y lo castigase con algo peor, él mismo lo haria. Había estado durante años llevando una vida miserable y sin amor. Había pagado cantidades enormes de dinero para que le dieran amor. Y sobretodo… había consentido que el mundo se pudriese sin hacer más que quejarse, lamentarse y criticar a los demas. Había consentido que convirtieran su vida y su mayor pasión en algo artificial e igual de falso que este mundo. Eso era suficiente.

            -Veredicto: Culpable. Sentencia: La muerte. ¡Pero no me iré al infierno sin intentar volar hasta el cielo! –Y esas fueron sus últimas palabras. Sus mejillas estaban empapadas de lágrimas. Lagrimas de felicidad porque se iba a hacer justicia. Porque todos esos cabrones incluido él mismo, iban a pagarlo muy caro. Miró por última vez la escena que se desenvolvía en la calle y que tanto regocijo le causaba. Allí vió como un hombre corpulento y con traje trataba de zafarse de una rata que se habia quedado de pendiente en su oreja derecha. Eso le hizo reir.

            Entró en el salón para coger carrerilla y aprovecho para hacerle un corte de mangas al presentador que se limpiaba el sudor en ese momento. Un brillo de decisión brilló en sus ojos. Corrió con una sonrisa en la boca y saltó al vacio.

            En el aire, mientras caia rapidamente hacia el mar de pelos, su corazón estaba en paz. Se sentía sosegado y en ningún momento sintió arrepentimiento de haberse quitado la vida. Las ratas cada vez estaban más cerca. Tan cerca que…

            Un golpe seco fue lo último que escuchó con sus oidos. Luego todo fue paz.




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9 comentarios:

  1. bueno pues apunta maneras!! pero que sepas que no me gustan los zombies!! un besazo

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  2. ajajjaja Gracias igualmente por tomarte la molestia de leerme. Un abrazo muy fuerte!

    Porcierto ¡Este si que es mi libro! jajaja esta vez no te has confundido

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  3. Bueno, interesante si que parece, se lee muy bien y de corrillo, a pesar de tanta rata que da como bastante yuyu. Espero a los zombis y seguiremos leyendo. Suerte.

    Un abrazo

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    1. Gracias Josevi, tienes 4 capitulos más por leer. Pero los zombis tienen que esperar hasta que presente un poco a los personajes principales jajajaj

      Un abrazo!

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  4. No está nada mal. Monster recomienda este producto! jajajaja
    No, en serio, está muy bien.

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    1. Muchas gracias Mr. Monster! Tambien puedes darle a Seguir y unirte a los supervivientes si todavia no lo has hecho. Que conste que yo ya sigo tu blog eh? xD

      Un abrazo!

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  5. Ok Gabriel Empiezo Apenas Pero Todo Va Muy Bien Con Tu Historia... Advierto Soy Enamoradiza De Los Personajes y... Mi Gustar Fernando *_*

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    1. Gracias por tu apoyo! Si te gusta Fernando... Entonces te encantará la historia cuando pases del prólogo jajajajajajaj

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  6. Oye, pues casi me alegro de que el tal Fernando se reventara contra el suelo, porque la verdad me estaba cayendo fatal, la verdad xDDD

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